
RED 113 MICHOACÁN/Redacción. Buenavista, Mich.- 16 de junio de 2025.- En Buenavista, el aroma a tierra mojada no trajo consigo la tranquilidad de una noche lluviosa, sino la certeza de una jornada larga y tensa: árboles arrancados de raíz, postes eléctricos vencidos como piezas de dominó y cables colgando entre el lodo eran el saldo visible de una tormenta que llegó sin clemencia.
A la altura del vivero «La Parota», el desastre tomó forma concreta. Más de una decena de postes de luz y telefonía, junto con árboles de varios metros de altura, fueron derribados por la combinación de viento y agua.
“Fue como si el cielo se desplomara con furia”, comentó un trabajador de la zona, mientras observaba cómo una cuadrilla de la CFE maniobraba entre los restos metálicos y ramas partidas.
Los servicios de energía eléctrica y telefonía quedaron interrumpidos desde la noche anterior, dejando a decenas de familias incomunicadas.
El apagón no sólo trajo oscuridad, también sembró incertidumbre en una comunidad que, si bien está acostumbrada a los caprichos del clima, no deja de sorprenderse ante la fuerza de la naturaleza.
El personal de Protección Civil llegó e intentaba despejar las vías bloqueadas. Los vecinos se unieron con machetes y sierras improvisadas, tratando de acelerar la limpieza. “Aquí no hay de otra, o todos le entramos o esto se alarga”, dijo un joven que ayudaba a mover un tronco caído.
No se reportaron lesionados, lo cual, para muchos, fue casi un milagro. La tormenta no avisó, pero tampoco cobró vidas. Aun así, el daño es evidente y profundo. No hay comunicaciones, la red eléctrica está colapsada en varios tramos, y la reparación podría tomar días.
Las autoridades locales han pedido a la población mantenerse atenta y extremar precauciones, ya que el pronóstico del clima sigue siendo incierto. Mientras tanto, la carretera se ha convertido en una zona de trabajo constante, donde el sonido de las motosierras se mezcla con el zumbido del viento que aún sopla entre las montañas.
En Buenavista, este lunes no empezó con prisas rumbo al trabajo ni con el bullicio de la rutina, sino con un silencio solo interrumpido por el esfuerzo colectivo de reconstruir lo que la tormenta dejó tras su paso.