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Día de las madres: La historia de María del Rocío, paramédico especializada en traslados aéreos

Andrea Hernández/Contraluz

“Mi hija me dice que cuando sea grande quiere ser como yo, ayudar a los demás…eso me llena de orgullo”, dice con una enorme sonrisa Rocío al preguntarle por su pequeña hija, quien todos los días la recibe con un abrazo al llegar a casa luego de horas de servicio a favor de la vida de los demás.

María del Rocío Ochoa Constantino es enfermera, certificada como paramédico y cuenta con un diplomado en aeromedicina, quien dedica la mayor parte de sus días al servicio de traslados aéreos de pacientes graves, por lo regular de terapia intensiva, que salen de los municipios donde no tienen los equipos para tratarlos adecuadamente.

Hoy su vida se encuentra mas o menos estable y balanceada, cuenta con sólidos pilares que le permiten trabajar y mantenerse al tanto del bienestar de su pequeña, a quien con solo 3 años le restringió las horas de compañía, no por gusto, sino por la necesidad de salir adelante y de abrir camino en un mundo que estaba solo habitado por hombres: la aeromedicina.

“Yo llegué a trabajar al c5 y después me comisionaron, como enfermera, al hangar y ya estando aquí como a los 3 meses estudié mi certificación como paramédico para poder estar a la vanguardia de lo que aquí se necesitaba. Lo que mas me gusta es la parte humanitaria, lo que puedes hacer como paramédico, como enfermera para ayudar a alguien más, que tu sepas lo que puedes hacer por ellos, por salvarlos y procurarles la sobrevivencia que aquí no tendrían”.

Fue en el c5 donde comprendió el proceso de traslado de pacientes por vía aérea e hizo su solicitud para incorporarse al hangar, lo que era complicado porque era un grupo de 10 hombres, en el que hasta el momento no se contaba con presencia femenina, “pero le estuve echando ganas y preparándome para poder lograr lo que ellos ya hacían…no fue fácil, pero logramos adaptarnos entre todos”.

Aunque la mayor parte de su día la pasa en el hangar, es al llegar a casa cuando su día se transforma al sentir el cálido abrazo con el que es recibida diariamente. El momento mágico es al servir la merienda, luego de revisar tareas, hacer labores y preparar lo necesario para un nuevo día de escuela.

“¿Cómo te fue mamá?, me pregunta todos los días en la merienda, ella toma su leche y yo mi cafecito mientras platicamos. Yo le platico cosas del trabajo, del día a día y ella me dice que cuando sea grade va a ser como yo y que va a trabajar y que cuando yo no pueda trabajar ella lo va a hacer…eso me hace sentir muy orgullosa de saber que lo que yo hago a ella le gusta, que le emociona y pensar que cuando sea grande quiere ser como su mamá es satisfactorio”.

Y aunque hoy su hija comprende el porqué su mamá debe trabajar, Rocío reconoce que lo más difícil ha sido “que ella comprenda porque no puedo estar tanto tiempo en la casa como ella quisiera, porque aquí paso 10 horas…cuando hay un festival en la escuela la que la acompaña es mi mamá, al principio sí se molestaba, pero ya lo entendió un poco más…sabe que de mi trabajo es de donde va a salir todo lo que ella necesite”.

También hay días malos “hay momentos que es difícil, cuando ella se enferma y yo no puedo estar allá sí me reclama mucho esa parte, pero trato de que comprenda que necesitamos tener un trabajo para que no haga falta nada en casa”. Y es en esos momentos, en los que parece no haber salida que Rocío encuentra la luz al final del túnel: su mamá.

“Yo sin mi madre no sería nada, gracias a ella yo tengo la oportunidad de trabajar ahí, si ella no estuviera conmigo no podría porque quien se quedaría con mi bebé…no tengo palabras para agradecer lo que mi madre ha hecho por mí, por mi hija”, dice con la voz entrecortada y la mirada llena de lágrimas que al final no se anima a derramar.

Y es que la fuerza física puede ponerla en desventaja en labores que requieren de un mayor tamaño o capacidad, pero la fuerza interna y las ganas de salir adelante que ella tiene son suficientes para mantenerse en su trabajo y en constante preparación, al final, la motivación es muy grande, es tierna, hiperactiva, atenta, inteligente y se llama Jaquelín.

-Si Jaquelín ve este video en 10 años, ¿qué le dirías?

Que espero que Dios la conserve mucho, que sea una niña buena, que sea una gran persona, un gran ser humano y que todas las ilusiones que tiene de ser alguien que ayude a los demás se cumplan, a veces es complicado, pero si ella quiere podrá lograrlo…

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