Contraluz/Moreliactiva
Conforme pasaban los segundos y un impecable uniforme blanco se acercaba la sonrisa se borraba, sus ojos se llenaban de agua y el movimiento de sus manos se aceleraba, algunos en este punto se levantan de la silla o inician movimientos dignos de un escapista.
Un pequeño que ante la presencia de la lente borró de tajo sus lagrimas con la manga de la pijama de Spiderman que lo acompañó, intimida con su mirada y frunce el seño, se ha convertido en un valiente, después con la vacuna en su brazo, nuevamente sus ojos se inundan, hace el esfuerzo para no soltar el llanto y lo ha logra, ¡Misión cumplida!
Entre cada climax, y mientras algunos preparan las siguientes dosis, las y los enfermeros respiran profundamente, unos toman su celular para distraerse, una de las enfermeras cierra sus ojos inhala y exhala, su cara evidencia el enfado por los berrinches, reinicia su bien definida rutina, bromea con uno de los niños, le tranquiliza con una suave voz, su sonrisa se hace notar, parece que ha vale la pena ayudarles.
Las miradas saltonas, las risas y sorpresas para quienes no sintieron la vacuna, así ocurría con las decenas de niñas y niños que hoy han iniciado su vacunación contra el COVID-19.