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CRÓNICA: Verdades que ocurren durante el Festival Internacional de Cine de Morelia

Por: Luis Sergio Núñez Gutiérrez

El calor, la ausencia de sombra y una fila de más de 300 personas adornaron la calle Galeana durante el segundo día del Festival Internacional de Cine de Morelia, en espera de obtener boleto para la masterclass que brindaría el cineasta mexicano, Alejandro González Iñárritu con motivo de su más reciente película “Bardo: Crónica de unas cuántas verdades”.

Curiosamente, y haciendo alusión al título del filme, otras verdades que no tienen el mismo impacto mediático se suscitaron en las afueras del Centro Cultural Universitario, sede de la tan aclamada masterclass que iniciaba (o por lo menos, eso se pretendía) a las 4:00 PM del domingo 23 de octubre, para continuar con las actividades del segundo día de la fiesta cinematográfica.

La fila del público ya tenía para entonces un par de horas pegados a la acera del recinto sede, con el sudor en la frente y botellas de agua en mano siendo protagonistas de un momento que no esperaban vivir. Llegadas las 2:30 de la tarde, el acordado acceso por boletos daba inicio, con la sorpresa de que muchos de estos ya se habían repartido y no a aquellos que estaban esperando en la fila.

“Teníamos aquí 3 horas esperando, no nos dijeron que ya no había boletos. Cuando dieron las 2:30, repartieron 30 o 60 boletos al público y todos los que estábamos atrás nos quedamos fuera”. Mencionó una mujer cuyo nombre prefirió mantener en anonimato. Dadas las 3:50 de la tarde, lo que era una fila se convirtió en una masa humana frente a la entrada principal del CCU. “¡El Festival es clasista!”, “el cine es para todos!”, Eran los gritos unísonos que daban vida a aquella masa que se convertiría en avalancha con el paso de los minutos.

La prensa, por su parte, fue reasignada en su entrada. Se suponía que el acceso sería a las 3:15 de la tarde para la develación de placa a González Iñárritu, pero después del retraso en tiempo, fueron movidos a donde estaba el público en general, para hacer entrada lo más desorganizada posible. La calle Galeana pasaba así a ser tomada por más de 300 personas expectantes a una solución a un conflicto que ellos no esperaban. El hartazgo se convirtió en presión social cuando se hicieron presentes los cuestionamientos al Festival, a las marcadas diferencias entre clases sociales que se aprecian, pero que nadie ve, o por lo menos, nadie menciona.

Algunos jóvenes tomaron protagonismo en el acontecimiento montándose sobre camionetas del staff y los pilares de cantera que adornan al CCU, con la intención de que su imagen, así como su manifestación, fuera vista por todos. La atención se consiguió, pero no de quienes esperaban, pues un elemento de la policía llegó al lugar a tratar de calmar la situación, pero al paso de un par de minutos, ante su falta de control, sólo le quedó reflexionar en voz alta “No me pagan lo suficiente como para estar escuchando mentadas de madre”. Acto seguido, media vuelta y desapareció de la escena.

Mientras uno se iba, mentalmente derrotado, otros policías llegaban a poner un par de vallas metálicas que indicarían el cierre total de la calle, en las cuáles veríamos más tarde recargado a Alejandro Ramírez Magaña, CEO de Cinépolis y principal responsable del FICM, con una mirada pensante ante una posible solución a una manifestación que hace mucho no formaba parte del marco del Festival.

“La gente está inconforme porque uno viene batallando de varias partes del país. Esto es algo que refleja mal al Festival de Cine de Morelia, si no están bien organizados, que no digan que hay boletos si no están conscientes de lo que va a suceder. Es una falta de respeto para todos los que hicimos la fila”.

Mencionaba la misma mujer que citamos un par de párrafos atrás, a González Iñárritu, quien entró al lugar por otro acceso donde fue interceptado por ella y demás fanáticos, a quienes aseguró que iba a hacer lo posible por brindar una segunda masterclass para que todos tuvieran oportunidad de disfrutar.

Fue así como se encendieron los focos verdes ante la solución. A través de sus redes oficiales, el Festival Internacional de Cine de Morelia mencionó: “A todas las personas que se quedaron sin poder acceder a la Clase Magistral de Alejandro G. Iñárritu, sepan que el FICM está haciendo su máximo esfuerzo para satisfacer la demanda y nadie se quede sin escucharle. Pronto más información”; para posteriormente, ante la incertidumbre de aquellos que seguían afuera esperando un lugar, dar la sentencia final al conflicto.

“Agradecemos la paciencia de las personas que esperaron a las afueras del Centro Cultural Universitario. Nos complace anunciarles que, gracias a la gentileza de Alejandro G. Iñárritu, habrá una segunda Clase Magistral, hasta completar el aforo del recinto. Celebremos que #MoreliaEsCineMexicano”.

Mencionaron por última vez. Atinadamente, destacaron que la solución fue gracias a la gentileza del director y no a su organización como Festival. A pesar de que su manejo de crisis funcionó y se dio la segunda masterclass; como dicen por ahí, el daño ya estaba hecho, y el rato agridulce que vivieron los fans difícilmente se va a olvidar, porque fue el reflejo de lo que no se ve en las redes, ni en la pantalla grande, si no en las calles, donde está el público real al que se debe un evento de esta magnitud.

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