
RED 113 MICHOACÁN/Redacción. Morelia, Mich.- 3 de julio de 2025.- La audiencia terminó como cualquier otra: pasos apresurados, murmullos entre abogados y una decisión judicial que no sorprendió a nadie. Cirilo “N”, mejor conocido como El Capi, y Servando “N” salieron de los juzgados federales en Morelia con la apariencia de hombres que habían sorteado, una vez más, el sistema. El juez los vinculó a proceso por portación de armas de fuego, pero les permitió continuar en libertad bajo la única condición de firmar cada 15 días en el penal de Apatzingán. Sin embargo, la aparente calma duró apenas unos metros.
En la salida, ya los esperaban. Elementos federales y estatales les cerraron el paso y, sin necesidad de violencia, ejecutaron nuevas órdenes de aprehensión por extorsión agravada. El pasado los alcanzó, literalmente, a la puerta de la ley.
Ambos personajes no son nuevos en la narrativa criminal de Michoacán. El Capi es hermano de César Arellano, alias El Botox, presunto líder del grupo criminal Los Blancos de Troya. Por su parte, Servando es señalado como operador de Los Viagra, otra organización que ha sembrado el terror en la región de Tierra Caliente.
De hecho, su captura inicial, el 25 de junio, provocó bloqueos, balaceras y vehículos en llamas en municipios como Apatzingán y Buenavista.
La recaptura de este jueves no fue casualidad. Se trató de un operativo meticuloso, derivado de semanas de trabajo de inteligencia, en el que participaron efectivos del Ejército, Marina, Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad federal, así como la Fiscalía General de la República y autoridades estatales.
Las órdenes se sustentan en denuncias concretas, como la de un comerciante al que los detenidos obligaron a instalar máquinas tragamonedas bajo amenazas, una práctica común en el control económico de los grupos criminales.
Ambos sujetos eran considerados generadores de violencia en una región marcada por la extorsión a productores de limón y empresarios locales.
El Gabinete de Seguridad federal confirmó que su detención forma parte de una estrategia más amplia para desarticular estas células delictivas que operan con impunidad en zonas rurales.
Ahora, Cirilo y Servando ya no están en Apatzingán ni en los pasillos del Poder Judicial. Fueron trasladados al penal de Alto Impacto en Charo, donde esperarán que la justicia avance, esta vez, sin tantos atajos.