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Morelia, ¿ciudad sentenciada? 16 fallas sísmicas y geológicas la atraviesan y se siguen construyendo edificios

Especial Morelia Activa

No es una noticia nueva, pero el tema sale a relucir cada que sucede un nuevo sismo, como el del pasado lunes 19 de septiembre: en Morelia se tiene detectadas la presencia de 16 fallas geológicas y sísmicas, cuyos efectos son visibles en la deformación de calles y avenidas, en la afectación de casas y obras civiles, en el deslizamiento de lomas y hasta en la demolición de edificios y conjuntos habitacionales.

La capital de Michoacán actualizó su Mapa de Riesgos en el 2020 con el registro de dos nuevas fallas geológicas, ubicadas en las inmediaciones de las colonias Hacienda Tiníjaro y López Rayón, al sur de la ciudad.

De acuerdo a Ángel de la Cruz Martínez, especialista en geología adscrito a la Coordinación de Protección Civil de Morelia, la falla localizada en las inmediaciones de la colonia López Rayón cuenta con una extensión estimada de un kilómetro, en tanto que la ubicada cerca de la colonia Hacienda Tiníjaro alcanza una superficie de 500 metros, aunque se prevé que ambas tengan mayor superficie hacia el sur, en áreas destinadas a la producción de alimentos y que no están urbanizadas. Con estas dos nuevas fallas,
Detalló que, con éstas nuevas fallas, la capital del estado suma 16 fallas geológicas reportadas, entre las que se encuentran las de Cointzio, Cerritos, La Paloma, Torremolinos, Viveros, Manantiales, Hacienda Tiníjaro (nueva), López Rayón (nueva), Cuautla, Manantiales, Chapultepec, La Colina, Nocupétaro, La Soledad, El Realito y Puertas del Sol.

Las primeras investigaciones sobre las fallas geológicas y sísmicas en Morelia datan de 1976, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha realizado cartas cartográficas, topográficas e hidrológicas de la Ciudad de Morelia. Fue hasta los años 1983-1984 cuando comenzaron los estudios por parte de un grupo de investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). En dichas investigaciones, se detectaron una serie de fracturas que se manifestaron en obras civiles en Santa Ana Maya, Tarímbaro y la ciudad de Morelia. Por esas fechas, excavaciones por parte del Instituto de Geología de la UNAM constataron la presencia de una falla normal con un salto de más de dos metros, a la altura de lo que fue la Central Camionera de Morelia.

A pesar de ello, el Ayuntamiento de Morelia en las décadas de los 80 y 90, seguía autorizando nuevos asentamientos humanos y fraccionamientos en zonas que ya por entonces eran calificadas de riesgo: en especial en las tres fracturas geológicas más importantes en Morelia se ubicaban en Tres Puentes, La Colina y la Avenida Héroes de Nocupétaro. Un caso especial merece la colonia Manantiales, en donde se edificaron edificios del Infonavit, que tuvieron que ser demolidos al presentar fallas graves en su estructura.

Las fallas más peligrosas

En la ciudad de Morelia, así como en muchas zonas urbanas afectadas por fallas geológicas, los efectos son graves y deben ser considerados en los planes de desarrollo urbano y en los reglamentos de construcción. Sin embargo, en los periodos de gobierno de Fausto Vallejo y Salvador López Orduña, se autorizaron muchos proyectos de fraccionamientos en lugares que ya habían sido señalados como zonas de riesgo para la edificación de obras civiles. Al paso de los años, los efectos que este tipo de daños provoca un debilitamiento en las obras civiles, están a la vista: una gran cantidad de edificaciones y calles dañadas en la zona de La Paloma; viviendas en La Colina y Manantiales; casas con daños en la Chapultepec. Estos efectos, que en caso de conjugarse con la gravedad (sobrepeso de la vivienda y torsión) o con la ocurrencia de un sismo considerable podría conducir al derrumbe de las obras. Es decir, que por sí solos los movimientos lentos pero continuos en el tiempo y ligados a las fallas geológicas y a la fluencia no representan un riesgo inmediato de colapso de las obras civiles, pero aunado a un terremoto (como los de 1985 y 2017) pueden causar colapsos catastróficos.

En relación con los sismos en la ciudad de Morelia varios investigadores de Universidades, entre los que destacan Víctor Hugo Garduño Monroy, Eleazar Arreygue Rocha, e Isabel Israde Alcántara, han constatado que la ciudad está localizada dentro del sistema de fallas activas de Morelia-Acambay. Sus investigaciones, publicadas en revistas especializadas y plasmadas en tesis de doctorados, revelan que en los segmentos de fallas geológicas y sísmicas en la ciudad de Morelia existen evidencias suficientes para afirmar que algunas de ellas han tenido actividad histórica de desplazamiento, como son los casos de La Paloma y Tarímbaro. Pero también existen riesgos de graves colapsos por efectos de un terremoto.

En Morelia existen dos tipos de zonas vulnerables relacionadas con fallas geológicas: aquellas zonas donde existen fallas geológicas anteriores al establecimiento de fraccionamientos y asentamientos urbano; y zonas en donde existen fallas que pueden ser
consideradas como potencialmente sísmicas por tener desplazamientos del suelo y por sus características morfológicas, como es el caso de La Colina, pero también una zona de riesgo por inestabilidad de taludes, como es el caso de La Paloma.

De acuerdo con las normas de La Comisión Reguladora de Energía Atómica de Estados Unidos y los estudios realizados en la región de Morelia, las fallas La Paloma, La Colina y Tarímbaro pueden ser consideradas como fallas sísmicamente activas, es decir que muestran actividad de movimiento en los últimos 35,000 años.

Las zonas de mayor riesgo son La Paloma y La Colina, toda vez la densidad de población con la que cuentan, lo que aumenta el factor de vulnerabilidad, debido a que afectan a viviendas, edificios públicos, redes hidráulicas, drenajes, líneas eléctricas y calles.

Por otro lado, la gentrificación y el crecimiento de fraccionamientos, han impulsado de manera constante la sobreexplotación de las aguas subterráneas es uno de los factores
principales que generan el hundimiento del suelo en muchas zonas de la ciudad.

Las investigaciones de Víctor Hugo Garduño, quien fuera un destacado académico de la UMSNH, han señalado que en sí las fallas geológicas no llegarían a ocasionar derrumbes o colapso de las obras civiles. Para que ello ocurra se tendrían que conjugar con factores como un evento sísmico, el exceso de peso en la vivienda o la mala construcción.

En todo momento, el Dr. Garduño Monroy solicitó a las autoridades competentes continuar los trabajos de monitoreo en las zonas de La Paloma, la Loma de Santa María y La Colina, no solo en el aspecto de hundimiento, sino también en relación con los daños en las obras civiles y, sobre todo, para conocer más profundamente la sismicidad en la ciudad y el Estado.

En su estudio titulado “Efectos de las fallas asociadas a sobreexplotación de acuíferos y la presencia de fallas potencialmente sísmicas en Morelia, Michoacán, México”, publicado en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, en el año 2001, los investigadores Víctor Hugo Garduño Monroy, Eleazar Arreygue Rocha, e Isabel Israde Alcántara, entre otros, destacaron sobre la inestabilidad de la ladera asociada a la falla La Paloma. En ella, refieren que se han identificado el desplazamiento del suelo como producto de eventos sísmicos. En muchas ocasiones llamaron la atención sobre la edificación de varias obras civiles y públicas en esa zona, como fue el caso del Ramal Camelinas y varios edificios de condominios que fueron construidos en la calle de Mozart, justo en el cruce mismo de la falla. Pero sus demandas cayeron en oídos sordos.

Morelia, ciudad cicatrizada

Entre las fallas de Morelia, dos son tectónicas y potencialmente sísmicas; ellas forman parte
del sistema de Morelia-Acambay en donde se han registrado eventos sísmicos en tiempos históricos.

Desde 1983, en la capital del estado de Michoacán, se empezaron a apreciar problemas de hundimientos en el suelo ocasionando daños importantes en obras civiles. Desde 1984 investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y del
Instituto Politécnico Nacional iniciaron el estudio de una serie de fallas las zonas más afectadas son las colonias Colina-Tres Puentes y Avenida Héroes de Nocupétaro.

No obstante, las advertencias, el IMSS edificó en la década de los 90 un hospital de urgencias de 8 pisos justo encima de la falla de la Ave. Héroes de Nocupétaro. En 1988 se
habían identificado en la Ciudad de Morelia las fallas: La Colina, Central Camionera, Chapultepec y La Paloma. Para 1993 el número de fallas aumentó a cinco cuando se observó desplazamiento en la falla de Torremolinos. Ya en las primeras décadas del actual siglo, se identificaron las fallas Cuautla y Ventura Puente, las cuales iniciaron su movimiento a finales de los años 90, además de las ya referidas en de las colonias Hacienda Tiníjaro y López Rayón, al sur de la ciudad.

Algunas de las fallas geológicas se han reactivado por la actividad humana, como es el caso de la sobre explotación de los mantos freáticos, con la perforación de pozos para suministrar agua a nuevos fraccionamientos. Sin embargo, las investigaciones de varias Universidades analizan también las fallas que pueden ser potencialmente sísmicas, debido a que tienen una orientación similar al sistema Morelia-Acambay. Entre las fallas sísmicas que las autoridades deben vigilar en cada sismo que se presente, deben de monitorearse las fallas de La Colina, Central Camionera, Torremolinos y Cuautla, todas con bloque hundido en el lado norte.

La Falla de la Central Camionera se encuentra sobre la mayor extensión en la zona urbana, y su parte más activa se localiza entre las instalaciones del IMSS del centro y la Av. Morelos Norte. Esta falla forma una enorme cicatriz en el mapa geológico y morfológico de Morelia. Algunas de las afectaciones más evidentes de la falla pueden ser observadas hoy día en las instalaciones de la gasolinera La Colonial, la Colonia Industrial, la fábrica Tron Hermanos, la antigua Central Camionera y en las instalaciones del IMSS. A principios de los 80, se comenzó a manifestar un hundimiento progresivo con mayor evidencia en la antigua Central Camionera, en la fábrica de aceites Tron Hermanos, en varias casas habitación y en la avenida Héroes de Nocupétaro.

En la colonia Chapultepec Sur, una falla se manifestó a finales de los 80. Los efectos
generaron daños a más de 40 casas habitación de tipo residencial, un edificio de
condominios, el Seminario Claretiano, una escuela pública, varias calles y avenidas.

En los últimos años la falla se ha propagado hasta la intersección con la avenida Lázaro Cárdenas y hacia el Boulevard García de León y sigue hasta la colonia El Empleado. En resumen, esta falla afecta a una parte de las colonias Chapultepec Oriente, Chapultepec Sur y El Empleado.

La Paloma, zona de gran riesgo sísmico

En el Estado de Michoacán existen sismos con tres orígenes distintos: Los sismos interplaca, ocasionados por la subducción de la Placa de Cocos, que ha sido
responsable de los sismos más violentos que ha sufrido el centro de México: 1845, 1985, 2017 y ahora en 2022, y son también los más comunes. También existen sismos que se asocian a la actividad volcánica, que son conocidos como tremores. Éstos son menos violentos y generan daños locales, como los producidos por el nacimiento de los volcanes Paricutín (1943) y Jorullo (1759).

En la región de Morelia, las fallas sísmicas que pueden asociarse a este último tipo son La Colina, Tarímbaro” y los segmentos del sistema de fallas de Acambay-Morelia como La Paloma, Cerritos y Coíntzio.

Es importante también señalar que se han venido monitoreando estas fallas desde el inicio de 1999 y no se ha encontrado actividad microsísmica en ellas.

La falla La Paloma es de las más inestables, toda vez que, en la loma de Santa María, presenta un desnivel de más de 200 m, provocado por una falla de dirección de Este a Oeste

La falla forma parte del denominado “Sistema activo de fallas Morelia-Acambay”. Este sistema es responsable de varios sismos que han afectado principalmente a los estados de Michoacán y de México. En la zona de Acambay, las fallas del mismo nombre fueron responsables del sismo de 1912, con una magnitud de 6.9 grados.

Se trata de una zona con desplazamiento del suelo y la mayor parte de la loma de Santa María han presentado actividad sísmica en los últimos dos siglos; en La Paloma y cerca de la sede de la actual Secretaría de Medio Ambiente y de Movilidad, investigadores encontraron un suelo que se desplazado 50 cm por una falla normal.

En resumen, podemos mencionar que, asociado al talud de la falla La Paloma, tenemos los siguientes tipos de peligros: sísmico, caída de bloques de cantera, desplazamiento de suelo, derrumbes en rocas, entre otros.

No obstante ello, en esa zona, en especial sobre la calle Mozart, se están edificado un proyecto de una torre de condominios, justo arriba del trazado de la falla. Asimismo, en los últimos años muchos edificios se están construyendo directamente en el sitio donde se inician los movimientos de la falla. Lo más grave: parte del material acumulado en la
base del deslizamiento se ha cortado para la excavación de la cimentación de los edificios. Las condiciones principales de riesgo en esta área pueden ser de dos tipos: los
edificios pueden ser afectados directamente por una ruptura y movimiento ocasionados por la gravedad o por un movimiento sísmico, o bien, pueden ser afectados por la removilización de los bloques que se encuentran ubicados en la parte alta y que están asociados a la inestabilidad gravitacional de la pendiente.

Es importante añadir que en las ciudades que son vulnerables a este tipo de fenómenos, como lo es Morelia, las obras civiles deben de estar avaladas por estudios de geotecnia. Los especialistas consideran que un estudio de mecánica de suelos no es suficiente para comprender y/o mitigar el tipo de problemática relacionada con fallas activas. En realidad,
para la apertura de colonias nuevas, complejos habitacionales u obras mayores de ngeniería civil es necesario llevar a cabo estudios de suelos, del entorno geológico, y de mecánica de rocas en el caso necesario. En Morelia, no se están realizando este tipo de estudios.

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