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Araceli Saucedo y el nuevo deporte michoacano: saltar sin despeinarse

Por Ciudadano X

En Michoacán, la lealtad política dura lo que un cargo público. Y si alguien lo ha dejado claro es Araceli Saucedo, senadora que un día juró por el PRD y al otro amaneció en la bancada de Morena… aunque dice que sigue siendo perredista.

No es una broma, es la nueva lógica del poder: ser del partido que más convenga según el calendario electoral.

Araceli Saucedo, con años de carrera en la política local, conoce bien el terreno: fue regidora, diputada local, diputada federal y hoy senadora. Pero lo que debería ser un mérito, se convierte en un espejo incómodo del sistema: ascensos sin convicción, saltos sin explicación, discursos reciclados sobre “unidad” y “progreso” mientras el oportunismo se disfraza de ideología.

En agosto de 2024, Saucedo anunció su incorporación a la bancada de Morena en el Senado. No renunció al PRD, claro que no; prefirió jugar con dos barajas, mantener el logo amarillo en el pecho y la nómina guinda en la espalda.

Y así, Michoacán suma otro episodio de la tragicomedia política: donde los partidos no representan ideas, sino trampolines.

Los medios la describen como “carta fuerte” del PRD rumbo al 2027.

El propio Octavio Ocampo, dirigente estatal del partido, la destapó hace unos meses como posible candidata a la gubernatura, sí, leyeron bien: el PRD que perdió medio país por falta de identidad, hoy apuesta por alguien que ya se sentó en la mesa de Morena.
¿Ironía? No, costumbre.

Porque aquí, la política se volvió un acto de prestidigitación: un día se critica al gobierno por su incompetencia, y al otro se levanta la mano junto a ellos.

Y mientras tanto, los michoacanos seguimos atrapados entre discursos huecos y traiciones disfrazadas de “alianzas por el bien común”.
Araceli dice que su salto no fue traición, sino “coherencia con sus ideales de izquierda”.

Curioso, porque ese argumento lo repiten todos los que cambian de camiseta para no quedarse fuera del reparto de poder.

La izquierda de quita y pon se viste de pragmatismo, pero huele a oportunismo.

El PRD, que alguna vez representó una lucha real por la justicia social, hoy se conforma con sobrevivir pegado a quien le preste oxígeno, y Saucedo podría ser el rostro de esa decadencia: una política experimentada que ya no busca representar, sino mantenerse vigente en el juego.

Michoacán no necesita más chapulines, necesita congruencia, necesita políticos que entiendan que la confianza del ciudadano no es una moneda de cambio.

Y, sin embargo, cada elección vemos cómo los mismos rostros reaparecen con nuevos colores, nuevos slogans, y las mismas promesas recicladas.

Saucedo es solo un síntoma de algo más grande: un sistema político sin ideología, donde la supervivencia personal vale más que la lealtad colectiva.

Y si el PRD realmente cree que puede recuperar Michoacán con figuras que ya coquetearon con el oficialismo, entonces su epitafio está escrito.

Desde el ojo ciudadano no me importa si se viste de amarillo, guinda o arcoíris.

Lo que me importa es que siga representando a un pueblo que hoy ya no cree en nadie.

Los partidos cambian de nombre, los políticos cambian de discurso, pero el ciudadano sigue igual: esperando que alguien gobierne con convicción.

Araceli Saucedo podrá ser la “carta fuerte” del PRD o la nueva aliada de Morena, pero para el ciudadano común, es otra muestra de que la política michoacana ya no se mueve por ideales, sino por conveniencia.
Y mientras los de arriba siguen saltando de un color a otro, los de abajo seguimos viviendo en blanco y negro.

— Yo soy Ciudadano X, hasta el próximo brinquito…
Sin fuero, sin miedo, sin rostro.

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